jueves, 30 de noviembre de 2006

NO AL MALTRATO DE LOS ANIMALES

Es Navidad, voy a comprar a mi niño algo especial
Un animal, un cachorrito para que puedan jugar,
Le separaron de su madre na mas nacer directamente a esa puta urna de cristal.
Usar y tirar, calienta el verano lo tengo que abandonar. Nadie le dijo que la carretera seria su fiel y fría compañera,
Nadie le dijo que en la carretera moriría destripado en la cuneta



Miles de animales, son las victimas mortales de unas mentes anormales que no tienen sensibilidad
Morir bajo las ruedas de un camión, servir de carne de cañón, peleas en clandestinidad, tétricas sesiones de dolor. Bastarda experimentación, con total impunidad.
Tras el cristal, por la autopista les ves vagabundear

Sin descansar, sigue buscando sin rumbo su viejo hogar
Un ladrido en la noche me estremeció, bajo las ruedas de aquel maldito camión
No es el final, mañana comienza esta historia en otro lugar

Nadie le dijo que la carretera seria su fiel y fría compañera
Nadie le dijo que en la carretera moriría destripado en la cuneta

Miles de animales, son las victimas mortales de unas mentes, anormales que no tienen sesibilidad.

Como eres capaz de abandonar a un amigo tan leal sabiendo cual es su final
Maldigo a la persona que es capaz de maltratar a un animal, cuanta irresponsabilidad.




Morir bajo las ruedas de un camión, servir de carne de cañón, peleas en clandestinidad
Tetricas sesiones de dolor
Bastarda experimentación, con total impunidad.




NO AL ABUSO DE LOS ANIMALES!!!

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UNA HISTORIA QUE ME ENCONTRÉ EN UNA PAGINA, TRATA DE LO QUE EN MUCHAS CASAS SUCEDE DE VERDAD, PORFAVOR LEERLA CON ATENCION:
Una pequeña historia, para reflexionar.....
A Quien conmigo va ....













Yo no creo haber hecho nada malo esta mañana... Me parecieron
todos muy nerviosos. Iban y venían por los pasillos, esquivándose
unos a otros. Ella le gritaba a la madre de él, y los dos niños, con las
manos llenas de cosas, entraban en el dormitorio de los padres, que
yo tengo prohibido. La pequeña (la más amiga mía) chocó contra mí
dos o tres veces. Yo le buscaba los ojos, porque es la mejor manera
que tengo de entenderlos: los ojos y las manos. El resto de su cuerpo
ellos lo saben dominar y, si se lo proponen, pueden engañarte y
engañarse entre sí; pero las manos y los ojos, no. Sin embargo, esta
mañana mi pequeña no me quería mirar. Sólo después de ir detrás de
ella mucho tiempo, en aquel vaivén desacostrumbado, me dijo: "Drake,
no me pongas nerviosa. ¨No ves que nos vamos de veraneo, y están los
equipajes sin hacer?" Pero no me tocó ni me miró.
Yo, para no molestar, me fui a mi rincón, me eché encima de mi manta y me hice el dormido. También a mí me ilusionaba el viaje. Les había
oído hablar días y días del mar y de la montaña. No sabía con certeza
qué habían elegido; pero comprendo que, en las vacaciones (y más en
éstas que son más largas que las otras dos) mi pequeña podrá estar
todo el día conmigo. Y lo pasaremos muy bien, estemos donde estemos,
siempre que sea juntos... Tardaron tres horas en iniciar la marcha.
Fueron bajando las maletas al coche, los paquetes, la comida (que olía
a gloria) y los envoltorios del último momento. Yo necesitaba correr de
arriba abajo por la escalera, pero me aguanté. Cuando fueron a cerrar la puerta, eché de menos mi manta. Entré en su busca; me senté sobre ella; pero él me llamó muy enfadado -­Drake, venga!, y no tuve más remedio que seguirlo. Mientras bajaba, caí en la cuenta de que, en el lugar al que fuéramos, habría otra manta. Ellos siempre tienen razón.
Los tres mayores, mi pequeña, su hermano y yo... Era difícil caber en aquel coche, tan cargado de bultos; pero estábamos bien, tan apretados todos.
Yo me acurruqué en la parte de atrás, bajo los pies de los niños. La madre de él se sentó en un extremo, que suele ser su sitio, y todavía no se le habían olvidado las voces de ella, porque no decía nada; sólo miraba las calles y la luz, que era muy fuerte, a través del cristal... Los niños se peleaban con cualquier pretexto esta mañana; seguían muy nerviosos.
Yo
sufrí sus patadas con tranquilidad, porque sabía que no iban a durar y porque era el principio de las vacaciones. Cuando, de pronto, el niño le dió un coscorrón a mi pequeña, yo le lamí en cambio las piernas con cariño; pero ella me dió un manotazo, como si la culpa hubiera sido mía.
La miré para ver si sus ojos me decían lo contrario. Ella, mi pequeña
quiero decir, no me miraba.

Fue cuando ya habíamos perdido de vista la ciudad. Él se echó a un lado y paró el coche. Los de delante daban voces los dos; no sé si porque
discutían o por qué. La madre de él no decía nada; ya antes había empezado a decir algo, y el la cortó con muy malos modales. Tampoco los niños decían nada... Él, bajó del coche y cerró de un portazo; le dió la vuelta; abrió la puerta del lado de los niños, y me agarró por el collar. Yo no entendí. Quizá quería que hiciese pis, pero yo lo había hecho en un árbol mientras cargaban y disponían los bultos. Me resistí un poco, y él, con mucha irritación y voces, tiró de mí. Me hizo daño en el cuello. Me bajó del coche. Empujó con violencia la puerta, y volvió a sentarse al volante.
Oí el ruido del motor. Alcé las manos hacia la ventanilla; me apoyé en el cristal. Detrás de él vi la cara de mi pequeña con los ojos muy redondos; le temblaban los labios... Arrancó el coche, y yo caí de bruces. Corrí tras él, porque no se daban cuenta de que yo no estaba dentro; pero aceleró tanto que tuve que detenerme cuando ya el corazón se me salía por la boca... Me aparté, porque otro coche, en dirección contraria casi me arrolla, Me eché a un lado, a esperar y a mirar, porque estoy seguro de que volverán por mi... Tanto miraba en la dirección de los desaparecidos que me distraje, y un coche negro no pudo evitar atropellarme...
No ha
sido mucho: un golpe seco que me tiró a la cuneta... Aquí estoy. No me puedo mover. Primero, porque espero que vuelvan a este mismo sitio en el que me dejaron, segundo, porque no consigo menear esta pata. Quizá el golpe del coche negro aquel no fue tan poca cosa como creí... Me duele la pata hasta cuando me lamo. Me duele todo... Pronto vendrá mi pequeña y me acariciará y me mirará a los ojos. Los ojos y las manos de mi pequeña nunca serán capaces de engañarme. Aqui estaré... Si tuviese siquiera un poco de agua: hace tanto calor y tengo tanto sueño... No me puedo dormir.
Tengo que estar despierto cuando lleguen... Me siento más solo que nadie en este mundo... Aquí estaré hasta que me recojan. Ojalá vengan pronto.


Antonio Gala, Junio de 1991

¡¡NO LOS ABANDONES, NUNCA!!


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Olé,olé y olé. Bua me aencantado esta entrda,asi me gusta q x lo mnos alguien defienda a los pobres animales ya que ellos no lo pueden hacer! Los animales son lo mas valioso que tenems,porque x ejemplo el perro siempre estara con nosotrso y nunka ns fallara.Si lo kieres para maltratarlo no lo tengas,desahogate en otra cosa.Si lo kieres para abandonarlo,no lo tengas dejalo en l lugar quer lo compraste,no merece pasar frio y morirse de ambre x la insesatez d una gentuza.Piensa en ellos,ellos si pudieran no lo arian cntigo,pensarian en ti!!!! Dejems ya la violencia a los animals.

Arantxa dijo...

Siempre que leo historias así me pongo muy triste...
No sé cómo puede haber gente tan cruel y tan merecedora de asco.
Si algún día me comprara un perro, iría a la perrera, lo tengo clarísimo. Porque sinceramente, a mí eso de la raza y tal... Lo querría para que me hiciera compañía y cariño, no para ganar concursos o fardar de él.
Bueno, que me enrollo xD
Él nunca lo haría...

Agur guapa ^^
PZ: Me encantan tus imágenes >.<

Anónimo dijo...

Bueno pues es la verdad en tu resumen.El humano nadams esta destruyendo la naturalesa.Eso es algo cruel.Los animales tienen un futuro Cruel T_T.